La vieja ciudad de Salzburgo está fabulosamente situada
entre el río Salzach y el Mönchsberg, y sobre ella se alza la fortaleza
Hohensalzburg (Festung Hohensalzburg). El río separa a la ciudad vieja de la
nueva.
Salzburgo:
Qué ver
La ciudad es célebre por ser el lugar en el que vino al
mundo Mozart, y a pesar de que Salzburgo no fue muy considerada con él mientras
vivía, a día de hoy hace todo lo que puede por compensarlo. Por doquier suena
música del genial compositor, y hay dos museos en su honor.
La fortaleza Hohensalzburg (la más grande y mejor
conservada de Europa) fue construida para los príncipes-arzobispos y, aunque es
curioso ver el lujoso estilo de vida que llevaban, la principal razón para
verla son las impresionantes vistas que ofrece de los Alpes y de la ciudad.
El Schloss Mirabell (Palacio Mirabell), al otro lado del
río, se encuentra ubicado en unos grandes y majestuosos jardines. Fue
construido en 1606, a las afueras de las murallas de Salzburgo, por el príncipe-arzobispo
Wolf Dietrich para su amante y sus hijos. El salón de mármol está cubierto de
relieves barrocos y singularmente iluminado por magníficas lámparas araña.
La catedral del siglo XV (Salzburger Dom) es una más de
las muchas y cautivadoras iglesias que te encontrarás mientras paseas por las
calles de Salzburgo o das una vuelta en un carruaje tirado por caballos sus
estrechas callejuelas, pasando cafés repletos de gente relajada.
Salzburgo
en un día: No te pierdas la visita a la fortaleza Hohensalzburg,
al Schloss Mirabell, los museos de Mozart, la Residenz y la abadía de San
Pedro. Y si te queda tiempo, aprovecha para recorrer la ciudad en carruaje y
disfrutar de las magníficas vistas.
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