Te sientes mal, has roto con tu pareja, te han despedido, tienes problemas familiares importantes… ¡Qué maravilla descubrir que no estás solo, que todos los días suena el teléfono y una voz amable te pregunta cómo estás!
A menudo son varias las personas que te apoyan, y entonces te das cuenta de que después de todo el mundo es un lugar mucho mejor de lo que pensabas, y que vale la pena salir adelante y darles un alegrón.
Sus palabras son persuasivas, incluso aduladoras: “¿Cómo estás hoy?”, “Oye, ya sabes, cualquier cosa que necesites y a cualquier hora…”, “Tú vales mucho y te mereces lo mejor”, “Ya verás que pronto nos reímos de todo esto y lo celebramos juntos”.
Te invitan a todos los acontecimientos, al cine, de copas, a un seminario sobre la evolución del plátano canario, … da igual lo qué, tus seres queridos saben que es muy importante que no estés solo en casa.
Pero, ¡ay, pobre de ti! ¿Has cometido el terrible fallo de salir adelante? ¿Has heredado un buen pico? ¿Has arreglado tu crisis de pareja o encontrado una nueva? ¿Te han ascendido?
¡La que has armado!
No tardarás nada es descubrir las consecuencias. Apareces en el bar con tu nueva pareja (o con tu cazadora de piel del precio de un sueldo medio), feliz, sonriente, deseando compartir toda esa felicidad.
Te prometo, casi con total seguridad, que toda aquella empatía y cariño habrán desaparecido.
Hablarán entre ellos (si son varios) o pensarán para sus adentros que te has vuelto un engreído, que “molabas” mucho más cuando eras un desgraciado, pues ahora pareces un pavo real que viene a restregar lo bien que le va por la cara de los que tanto te han apoyado.
Se acabaron las llamadas y las fiestas. “Vuelve a llamar sólo si te va mal”, parece decir el mensaje.
Y es que en este mundo de hipócritas, parece que un grupo nutrido de individuos necesitan de tu infelicidad para sentirse superiores, para encontrarse realmente bien.
Que la envidia es el deporte nacional es bien sabido por todos. Pero para mí, pocas verdades hay tan grandes: Quien no se alegra de tu felicidad… ¡No te quiere! ¡Seguro!
Aleja a esas personas de tu vida, que vayan a “apadrinar” a otro. A lo mejor si no lo haces, si continúas con esas amistades, un día descubrirás –y te darás de cabezazos- que han encontrado el modo de hacerte daño.
No se puede decir que no hayan avisado.
Lo difícil radica en asumir que esa persona que tanto te ayudó ahora te odie tanto. En fin, cosas de humanos… y luego decimos que somos los seres más evolucionados de la existencia.
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