NO SOMOS QUIENES CREEMOS SER.

 Cuando nacimos éramos perfectos, prácticamente limpios de cualquier idea sobre nosotros mismos, la vida y el mundo al que acabábamos de llegar. Todo era nuevo, sorprendente, y todos los días desde entonces fuimos acumulando información sobre las cosas, y almacenando experiencias. ¡Qué maravilla estar tan limpio y receptivo!

Allí estaba nuestra familia, cuidándonos y ocupándose de todas nuestras necesidades.

De ellos aprendimos casi todo lo necesario para sobrevivir y para vivir. Pero también cosas negativas que nos han marcado de por vida y que dicen mucho sobre nuestra forma de afrontar ahora cada día.

Y es que cuando somos niños nuestra mente es como una grabadora, sobre todo hasta los seis años de edad.

De pequeños nos creemos todo lo que oímos decir a los adultos, sobre nosotros mismos y sobre el mundo en general. Como no tenemos criterio propio al ser tan pequeños, damos por cierto todo lo que oímos y nos lo creemos al dedillo.

Oímos a nuestros padres, hermanos mayores, abuelos y profesores infinidad de cosas buenas. Pero también recibimos mensajes muy negativos que haremos propios, y que condicionaran nuestro futuro.

Por ejemplo, si un niño oye decir a sus padres que la vida es dura y que hay que trabajar mucho para conseguir llegar a fin de mes, el pequeño creerá que esa es una verdad indiscutible. De adulto, si no cambia conscientemente ese pensamiento, seguirá creyendo lo mismo, y casi seguro que se verá repitiendo las mismas palabras y creyéndolas ideas propias.

Si el niño oye a sus padres decir que los ricos no son gente honrada, eso creerá con bastante seguridad cuando se haga mayor. Y el adulto, inconscientemente, no querrá ser rico para no ser alguien despreciable.

También están los mensajes que oímos sobre nosotros mismos. Si oyes decir a tu padre que eres muy torpe, desordenado, que pareces tonto, que deberías ser el mejor de la clase para que tus padres estén orgullosos de ti, o que si no estudias no llegarás a nada en la vida. O que una mujer que no se casa y tiene hijos no vale nada, ¿Qué pensamientos crees que vas a tener de adulto?

Tu mente ha grabado esas ideas y se convierten en tu forma de pensar. Si ellos, a los que querías imitar, pensaban así, no podían estar equivocados.

Aunque muchos conceptos sí los has ido cambiando a lo largo de tu vida, muchos otros no.

En el caso anterior, esa persona crecerá pensando que es torpe, desordenada, tonta, que nadie le va a querer sino triunfa, y que no puede tener un buen trabajo porque no ha completado sus estudios, por ejemplo.

Y que sepas, ya te lo explicaré con detalle, que lo que piensas de ti mismo y de la vida da como resultado lo que ahora eres, sientes, tienes y vives.

Piénsalo bien. Escribe una lista de las cosas que piensas de ti mismo y del mundo. Luego intenta recordar si de pequeño alguien de tu entorno te dijo que eras así, o que la vida era de esa manera. Descubrirás que la mayoría de tus pensamientos y creencias son heredados.

Nuestros pensamientos son objetos poderosos que traen como resultado la vida que vivimos. Son importantes imanes y no sólo ideas.

¡No somos quienes creemos ser! Al menos en parte. En realidad es lo que nos han dicho que somos, no la verdad. Y sólo era el modo de vernos y de ver la vida de nuestros educadores.

No lo hicieron por mal, casi con total seguridad. Ellos también fueron niños y grabaron esos mensajes en su mente según la opinión de los adultos que les rodeaban.

Piensa incluso en el modo en el que te enfrentas a tus problemas. Ahora que has leído esto recuerda lo que hace o hacía tu madre cuando se presentaba un problema. ¿Le daba una gran importancia, se deprimía y decía que la vida era horrible o culpaba a los demás?

¿Y tu padre? ¿Bebía, se ponía violento o chillaba a todos?

¿Qué haces tú cuando te sientes mal?

Sólo son ejemplos, y no tiene porque ser tu caso. Pero… ¿Cómo reaccionas tú ante los problemas que aparecen o tienes en tu vida?

Entiende que hemos APRENDIDO a vernos y a ver las cosas como nos han enseñado. Ya habrás comprendido de dónde salen muchos de tus pensamientos y creencias.

Pero la buena noticia es que sólo son IDEAS. Y las ideas se pueden cambiar y transformar tu vida para siempre.

Piensa en todo esto. Lo primero es empezar a observar tus pensamientos y buscarles un origen. Entonces sabrás que ese conjunto de creencias no eres tú.

Tú eres mucho más que eso, y con tu mente podrás transformar toda tu existencia.

¿No te sientes ahora un poco menos culpable de verte así y más libre para cambiar? Comentame lo que piensas sobre este tema, tienes un espacio al final de la página.